jueves, 26 de septiembre de 2019

Un libro desplumado o deslaminado


Cubierta de nuestro catálogo n.º80
Hace ya muchos años tuvimos un cliente del que empezamos a sospechar que nos robaba libros. Cada vez que pasaba por la librería, al día siguiente observábamos que faltaba algún libro de los que había estado mirando.
Así que cada vez que venía, estábamos alerta, y aunque nunca le pillamos in fraganti, pues esperaba algún momento en el que algo nos distrajera, como que nos llamaran por teléfono o que entrara otra persona, la cosa parecía bastante evidente. Claro que de tarde en tarde nos compraba algo y quizá nos compensaba. Pues bien, no queda ahí la historia, un día nos compró un libro con los grabados de David Roberts, del que advertíamos que faltaba una lámina de las veinte que debiera tener, pero como estaba muy bien de precio, lo compró. No obstante, al día siguiente lo devolvió porque, según él, le faltaba otra más, o sea que nos sustrajo una lámina que seguramente le faltaría a su ejemplar. Y aquí viene lo más increíble. Ese mismo ejemplar lo llevamos a una feria del Paseo de Recoletos, y avisábamos con una nota junto al precio, y además lo volvíamos a advertir verbalmente, que le faltaban dos láminas, y de ahí su bajo precio. Aparece un personaje un tanto singular, mira el precio y la nota que avisaba de su falta, y se lo advertimos para que no hubiera dudas. Nos paga, y además nos cuenta que tenía otros ejemplares también con algunas láminas menos y los iba completando. Y tan amigos. Pero a los pocos días tal personaje aparece de nuevo y nos dice que no le faltaban dos, sino tres láminas. Yo me dije para mis adentros: “no me lo puedo creer, me lo van a desplumar”.

MARIO FERNÁNDEZ, librero
Texto publicado en el Catálogo n.º 80 de Librería Berceo (octubre-diciembre 2019)