Cubierta de nuestro catálogo n.º80 |
Hace ya muchos años tuvimos un cliente del que empezamos
a sospechar que nos robaba libros. Cada vez que pasaba por la librería, al día
siguiente observábamos que faltaba algún libro de los que había estado mirando.
Así que cada vez que venía, estábamos alerta, y aunque nunca le pillamos
in fraganti, pues esperaba algún momento en el que algo nos distrajera, como
que nos llamaran por teléfono o que entrara otra persona, la cosa parecía
bastante evidente. Claro que de tarde en tarde nos compraba algo y quizá nos
compensaba. Pues bien, no queda ahí la historia, un día nos compró un libro con
los grabados de David Roberts, del que advertíamos que faltaba una lámina de
las veinte que debiera tener, pero como estaba muy bien de precio, lo compró.
No obstante, al día siguiente lo devolvió porque, según él, le faltaba otra
más, o sea que nos sustrajo una lámina que seguramente le faltaría a su
ejemplar. Y aquí viene lo más increíble. Ese mismo ejemplar lo llevamos a una
feria del Paseo de Recoletos, y avisábamos con una nota junto al precio, y
además lo volvíamos a advertir verbalmente, que le faltaban dos láminas, y de
ahí su bajo precio. Aparece un personaje un tanto singular, mira el precio y la
nota que avisaba de su falta, y se lo advertimos para que no hubiera dudas. Nos
paga, y además nos cuenta que tenía otros ejemplares también con algunas
láminas menos y los iba completando. Y tan amigos. Pero a los pocos días tal
personaje aparece de nuevo y nos dice que no le faltaban dos, sino tres
láminas. Yo me dije para mis adentros: “no me lo puedo creer, me lo van a
desplumar”.
MARIO FERNÁNDEZ, librero
Texto publicado en el Catálogo n.º 80 de Librería Berceo (octubre-diciembre 2019)
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